El prolapso
de órganos pélvicos se refiere al descenso de uno o más órganos pélvicos
(vagina, útero, vejiga, recto) dentro del canal vaginal. Este problema es común
en mujeres, particularmente aquellas mayores de 70 años. Se estima que
aproximadamente el 3% de las mujeres en los EE. UU. reportan síntomas de POP,
aunque la prevalencia real puede ser mucho mayor debido a que muchas mujeres no
presentan síntomas. Con el envejecimiento de la población, se prevé que los
casos de POP aumenten considerablemente en las próximas décadas.
Los
principales factores de riesgo para desarrollar POP incluyen el parto vaginal,
la multiparidad, la obesidad, los trastornos del tejido conectivo, la
menopausia y el estreñimiento crónico. La cirugía de histerectomía, aunque
debatida, también podría estar asociada al riesgo de desarrollar POP.
El
diagnóstico de POP requiere una evaluación completa, que incluye la historia
médica detallada, la evaluación de los síntomas y un examen físico. Las mujeres
con síntomas deben ser evaluadas para detectar disfunciones urinarias,
intestinales y sexuales. Se recomienda la utilización del sistema POP-Q para
documentar la gravedad y extensión del prolapso, lo que facilita la
comunicación entre los profesionales de salud y permite una mejor planificación
del tratamiento.
El tratamiento:
- Tratamientos no quirúrgicos:
- Modificaciones en el
estilo de vida: El manejo del
estreñimiento, el ejercicio de los músculos pélvicos y la pérdida de peso
pueden mejorar los síntomas.
- Pesarios vaginales: Son una opción eficaz y no invasiva, especialmente útil para
mujeres que deseen evitar la cirugía o que estén considerando un
embarazo.
- Tratamiento quirúrgico:
- Suspensión del ápice
vaginal: Realizada a través de
una histerectomía o de forma independiente, usando técnicas como la
suspensión del ligamento uterosacro o el uso de mallas para el soporte
vaginal.
- Procedimientos
obliterativos: Indicado para mujeres
que no desean preservar la función vaginal o aquellas con comorbilidades
significativas que contraindican procedimientos más invasivos.
- Uso de mallas: Aunque en algunos casos la malla sintética mejora los resultados
quirúrgicos, su uso conlleva riesgos de complicaciones únicas, como la
erosión o la infección. Se debe informar adecuadamente a las pacientes
sobre estos riesgos.
Se recomienda:
- Se debe considerar el uso de mallas solo en casos de alto
riesgo, y siempre después de evaluar los riesgos y beneficios.
- El pesario debe ser considerado para mujeres con síntomas de POP
que no desean cirugía o que quieren preservar la función vaginal.
- Evaluación
preoperatoria: Antes de la cirugía, es esencial
realizar un examen físico detallado y, si es necesario, realizar pruebas
de función urinaria.
El manejo del prolapso de órganos pélvicos debe ser individualizado según las necesidades de la paciente, considerando tanto sus síntomas como sus deseos sobre la preservación de la función vaginal y la calidad de vida. Además, la elección del tipo de cirugía dependerá de la ubicación y gravedad del prolapso, así como de la salud general de la paciente y sus preferencias.
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