domingo, 2 de marzo de 2025

LECTURA 02: La hemorragia postparto

La hemorragia postparto (HPP) es una de las complicaciones más temidas en la obstetricia, ya que representa una de las principales causas de morbilidad y mortalidad materna en el mundo. Se define como la pérdida excesiva de sangre después del parto, específicamente cuando supera los 1,000 mL o cualquier cantidad que cause inestabilidad hemodinámica en la madre. Su impacto puede ser devastador si no se detecta y trata de manera oportuna, ya que puede llevar a shock hipovolémico, falla multiorgánica e incluso la muerte.

A pesar de los avances en la atención obstétrica, la HPP sigue siendo una emergencia que puede presentarse en cualquier parto, incluso en aquellos que han transcurrido sin complicaciones previas. Si bien existen ciertos factores de riesgo que predisponen a su aparición, como la atonía uterina, el parto prolongado, la macrosomía fetal o trastornos de coagulación, lo cierto es que muchas veces ocurre de manera impredecible. Por ello, todos los profesionales de salud que asisten nacimientos deben estar preparados para actuar con rapidez y eficacia.

Dentro de las causas de la hemorragia postparto, la atonía uterina es la más frecuente. Normalmente, tras la expulsión de la placenta, el útero se contrae para comprimir los vasos sanguíneos y detener el sangrado. Sin embargo, en algunos casos esta contracción no es efectiva, lo que genera una pérdida abundante de sangre. Frente a esta situación, la primera línea de acción es realizar un masaje uterino vigoroso y administrar uterotónicos como oxitocina o misoprostol para estimular la contracción. En casos en los que esto no sea suficiente, pueden ser necesarios métodos más avanzados, como el uso de un balón intrauterino o la realización de procedimientos quirúrgicos como la ligadura de arterias uterinas o, en última instancia, una histerectomía de emergencia.

Otras causas de hemorragia postparto incluyen las lesiones en el canal del parto, como desgarros vaginales, cervicales o incluso rupturas uterinas. En estos casos, el sangrado persiste a pesar de que el útero se encuentre bien contraído, por lo que la revisión minuciosa del canal del parto y la sutura inmediata de las lesiones son fundamentales para detener la hemorragia. Asimismo, la retención de restos placentarios es otra causa importante, ya que los fragmentos de placenta que permanecen en el útero impiden su correcta contracción y predisponen a infecciones. Su manejo implica la extracción manual o, si es necesario, el uso de un legrado uterino.

En los casos más graves, la hemorragia postparto puede estar asociada a trastornos de la coagulación, como la coagulación intravascular diseminada (CID). Esta condición, que puede ser secundaria a complicaciones obstétricas como el desprendimiento prematuro de placenta o la preeclampsia severa, requiere un manejo especializado con transfusiones de plasma, fibrinógeno y crioprecipitados para restablecer la capacidad de coagulación de la paciente.

Dado que la hemorragia postparto es una emergencia obstétrica, la prevención juega un papel crucial en su manejo. Se ha demostrado que la administración profiláctica de oxitocina después del parto, junto con el manejo activo del alumbramiento, reduce significativamente la incidencia de esta complicación. Otras medidas preventivas incluyen el monitoreo continuo del estado materno en el posparto inmediato, la identificación temprana de factores de riesgo y la capacitación constante del personal de salud en protocolos de manejo de emergencias obstétricas.

En conclusión, la hemorragia postparto sigue siendo una de las principales amenazas en la atención materna, pero con un diagnóstico temprano y un manejo adecuado, es posible reducir su impacto y mejorar la supervivencia materna. La clave para enfrentarla radica en la vigilancia estricta, la actuación rápida y la disponibilidad de recursos adecuados para tratar esta condición de manera eficaz.

 Committee on Practice Bulletins – Obstetrics. Hemorragia postparto. Obstet Gynecol. 2017;130(4):e168-e186

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